lunes, 16 de septiembre de 2013

Mis tatuajes.

La Alquimia se enreda entre los pliegues de los pilares de un pasado no tan distante, se entrelazan las ramas de su enredadera por los pilares de esta cultura, la europea, y por los pilares de otras muchas. La palabra Alquimia procede de la lengua árabe, se fundió con el nacimiento del taoísmo, Yin y Yang y misticismo, floreció sobre exóticas metafísicas e inspiró acupunturas y artes marciales, floreció en mil rincones de este mundo. No en vano ella busca un soplo de trascendencia sobre la más vacía materia y juega con ella. Busca algo especial.
Quise -yo que soy sujeto, yo que discierno aquello que es especial- consagrar en la piel de mi cuello el primero de los tres elementos primigenios de la materia según la Alquimia, Mercurio, y busco teñir de nuevo mi epidermis para representar los otros dos.
Creo que todos los tatuajes son para mí igual de especiales, pero estos tres representan mucho para mí, profundizan de un modo particular sobre mi cuerpo, puedo decir que me gustan mucho.




El que hoy porto conmigo, el que simboliza el mercurio, describe el primer metal con origen mitológico. Fue llamado "plata viva", "plata que se mueve", representando la parte mental, el consciente, y el subconsciente.


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